Paloma Valdivia, ilustradora, autora y editora de Ediciones Liebre: «En un mundo que parece tan ruidoso y algo hostil, es importante mostrar a los niños parte de la enorme belleza que existe entre nosotros.»
En el marco del Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, reflexionamos sobre su importancia e impacto con Paloma Valdivia, editora, autora e ilustradora de Ediciones Liebre. Tras haber sido galardonada con el Grand Prix de la Bienal de Ilustración de Bratislava, Paloma es invitada de honor en la Feria del Libro de Bolonia 2024, donde exhibirá una colección de 30 obras en el corazón de la feria. Además, ha diseñado la portada del catálogo de ilustradores y está nominada al Premio Hans Christian Andersen 2024, cuyos resultados se anunciarán el próximo 8 de abril.
¿De qué forma crees que la literatura infantil puede influir en la formación y desarrollo de los niños?
Un libro es un museo, una ventana, son luces como fuegos artificiales, que nos iluminan en la infancia. Son también momentos de calma, de contemplación, de gozo y una mirada a esos otros mundos que existen con nosotros y que aún no conocemos.
Un libro en papel, no solo es la historia que se lee y observa, es también todo lo que sucede alrededor de él, un tiempo otorgado por un adulto a un niño, el afecto entregado en esa lectura, la tranquilidad.
Estamos en un mundo muy ruidoso, el libro en papel genera una pausa, un mirar hacia afuera, pero también, mucho hacia adentro.
¿Qué consejos le darías a madres, padres y cuidadores para incentivar el interés por la literatura y la lectura desde temprana edad? ¿Cómo partir en este camino?
Para que un niño o niña sienta afecto por los libros, es bueno que se vincule con el objeto libro desde temprana edad. Rodearlo de libros, así como de juguetes. El libro más leído es el más mordido, que se relacione con el objeto sin temos a que se rompa. Pero lo más importante, es acompañar al niño en esas primeras lecturas. Como dice Yolanda Reyes el “triángulo amoroso” que se forma cuando un adulto lee un libro a un niño genera no solo el conocer aquella historia dentro del libro, si no que también relacionar la lectura con momentos placenteros, vinculados a los recuerdos y al afecto de esas primeras lecturas.
¿Qué aspectos consideras más importantes al crear ilustraciones para libros dirigidos a un público infantil?
En un mundo que parece tan ruidoso y algo hostil, para mí, es importante mostrar a los niños parte de la enorme belleza qué existe entre nosotros. Los libros, el arte en general, sirven para ello. Me gusta ofrecer naturaleza, tranquilidad, ternura, delicadeza, humor. Los libros son museos, ventanas, los libros son los primeros referentes estéticos para los niños, desde ese lugar mi premisa es mostrar belleza y abrir la curiosidad.
¿Cómo abordas la tarea de transmitir mensajes y emociones complejas a través de tus ilustraciones, de una manera que sea
accesible para los niños?
Pienso que con un niño o una niña puedes hablar casi de cualquier tema, siempre y cuando lo hagas con un lenguaje que entiendan y siempre dejando una puerta abierta a los temas dificiles, una esperanza. Personalmente cuando hago libros los hago pensando en la niña que yo fui. Ilustro lo que me habría gustado ver, me cuento lo que creo podría entender o me respondo ahora de adulta a alguna pregunta recurrente de mi infancia. Lo hago del modo más sencillo que puedo sin dejar de ser consistente en el mensaje. Es un gran desafío.
¿Has notado algún cambio significativo en la forma en que se aborda la literatura infantil en términos de inclusión y diversidad en los últimos años?
Como autora no me suelo acercar a la literatura desde ese lugar. Me gustan los libros cuando me parecen entretenidos, sorprendentes, libres. No estoy de acuerdo con la censura. A mí por ejemplo la obra de Roal Dahl me parece genial y lejos de ver como un problema lo incorrecto de sus relatos, me parecen más bien, un disparador de diálogo con los niños, su visión y obra es parte de la historia, un registro del tiempo.
Como editora, sin embargo, ponemos énfasis en que haya más realidades ilustradas y narradas. Niños de diferentes culturas, tipos de familia. Si bien creamos libros en Chile, nuestro objetivo es el mundo, desde ese lugar creemos que esa realidad debe verse registrada para que los niñas y niños de todos los lugares se sientan parte de nuestros libros.
¿Hay algún cambio que te gustaría ver en la forma en que se produce, distribuye y promociona la literatura infantil en el país? ¿Cómo crees que este género podría lograr un mayor impacto social y cultural?
Tenemos que lograr acceso a libros de calidad en la primera infancia. El desafío es de las políticas públicas. Junto a Mónica Bombal, mi socia en Ediciones Liebre, estamos atentas a esos canales y al modo de ofrecer a instituciones públicas esos accesos.
Las bebetecas no necesariamente son un lujo de países desarrollados culturalmente, las he visto y admirado en varios lugares de Latinoamerica, con esfuerzo, grupos de bibliotecarios y mediadores logran generar espacios para que las madres y padres se acerquen con sus bebés y los familiaricen con los libros.
Los libros son la entrada a la palabra y a la cultura, como bien dice Gabriela Mistral: “Hacer leer, como se come todos los días, hasta que la lectura sea, como el mirar, un ejercicio natural, pero gozoso siempre. El hábito no se adquiere si él no promete y cumple placer”. Gabriela Mistral en Pasión de leer, 1935
¿Cuál es tu libro infantil favorito de todos los tiempos y por qué?
Hay muchos favoritos, no tengo uno. Me fascinan los que hablan de las relaciones madre-hijos con suspicacia y humor, como Madre Chillona de la alemana Jutta Bauer, que luego de gritarle furiosa a su hijo pingüino y dividirlo en pedacitos, sale a buscarlo por el mundo para recomponerlo. O Mamá Medusa de Kitty Krowter, una mamá que se desvive y enloquece de amor posesivo por su hija pequeña, pero poco a poco va haciendo un infinito esfuerzo por dejarla ser libre.